Radioheadicción

Éste es el álbum de Radiohead más inesperado e impredecible que el grupo pudo grabar. Todos -o al menos la gran mayoría de sus seguidores y críticos adherentes a su música- esperaban lo que sería la "continuación" del gran y exitoso OK Computer, del '97. Pero resultó ser un conjunto de canciones que dieron vida a la "antítesis" de aquel disco que a fines de los '90 les brindó fama, éxito y reconocimiento.

Muy a diferencia de ese ya clásico LP, Hail to the Thief no es más que el reflejo de cinco tipos a los que les fascina experimentar e innovar. Radiohead no son como la típica banda que sigue la línea musical y artística de su primera obra en los discos que siguen (pues creen y confían que el éxito del álbum debut se repetirá inevitablemente en los siguientes), sino que, por el contrario, tienen como principios básicos la innovación y la experimentación, lo cual se traduce como la incorporación de nuevos instrumentos (y, por consiguiente, de nuevos sonidos), de nuevas temáticas (sumamente contemporáneos y propios del ciudadano común del siglo XXI amenazado por las políticas de sus autoridades); la fusión de estilos no muy vinculados entre sí (comúnmente el rock de guitarras distorsionadas lo mezclan con líneas casi "beatlesque" y brit-poperas, además de sonidos medios jazzy, sin exagerar ni abusar de ello); y, además, a los Radiohead les ha dado por incorporar entre sus influencias directas a artistas no sólo musicales, sino que también literarios y cinematográficos. Y aquello sí que se nota.

El Hail to the Thief empieza con una pista que apela a la sinergia (aquello que postula la suma de dos elementos que, a su vez, dan como resultado un elemento más). El tema lleva por título "2+2=5". No obstante, Thom Yorke, el vocalista de la banda, en varias ocasiones ha declarado que más allá de esa ideología, "2+2=5" alude a la negación de una verdad absoluta (2 y 2 no necesariamente deben resultar 4). Sea cual sea el tópico, esta canción está llena de beats abstractos, difíciles de predecir, pues su tempo es tan irregular como la estructura de sus puentes, estrofas y coro. Un track hermosamente ambiguo.

Le sigue "Sit Down. Stand Up", una composición cuyas líricas se encuadran en tan sólo ocho frases bastante concisas, pero que, a la vez, quieren decir mucho: hablan principalmente de la llamada "atomización", fenómeno propio de la sociedad de fines del siglo XX y principios del XXI (es decir, de la nuestra), marcada por las masas y grandes grupos de personas (¿o "individuos"?) que siguen a un "líder", el que las hace actuar de una forma determinada y, por tanto, las rutinas humanas se homogenizan. Habla de eso, del individualismo y de aquel "anonimato" del que eres protagonista cuando te nombran por "un grupo de números más un guión", en vez de llamarte por tu nombre. El ser humano se atomiza, pues, si te llaman a "sentarte", te sientas, así como el resto de tus pares; y si te mandan a "pararte", lo haces, pues, si no lo haces, te desintegras de la sociedad de masas.

"Sail to the moon" se llama el tercer track del álbum, y al escucharlo, no es extraño que te sientas fuera de nuestra dimensión. En él predomina el piano más clásico que un grupo tan innovador como Radiohead podría tocar. En esta ocasión, Thom Yorke está a cargo de este instrumento, quien, junto a su característica voz "gravemente aguda" metaforiza lo que ocurre cuando ya no queremos seguir siendo uno más entre muchos, o, simplemente, cuando osamos a huir de nuestras rutinas, lo cual, según esta canción, es imposible que termine bien cuando vivimos en un sistema en donde no somos uno solo, sino que somos uno de los tantos pequeños elementos que conforman lo que los gringos llaman "human kind".

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Análisis y crítica de los siguientes tracks, muy pronto.

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